El sobrino de Meghan Markle quiso entrar a una discoteca de Londres con un enorme cuchillo

Tal parece que el reporte de que los familiares de Meghan Markle que se desplazaron hasta Londres a pesar de no haber sido invitados a su enlace con el príncipe Harry de veras querían arruinarle la boda.

Este sábado a solo horas las nupcias reales en el castillo de Windsor, la policía de Londres fue requerida en un centro nocturno donde se había interceptado a dos sujetos, uno de los cuales cargaba con un enorme cuchillo. Ese sujeto era ni más ni menos que Tyler Dooley, el sobrino de 25 años de la flamante duquesa de Sussex.

El incidente sucedió en una discoteca de Kingston-upon-Thames, al suroeste de Londres y según un comunicado de Scotland Yard agentes de la policía metropolitana llegaron al sitio hacia la 1:55 a.m.. Ahí un hombre “declaró abiertamente que tenía un cuchillo cuando intentaba ingresar al club”, según informó Sky News. El arma tenía una hoja de casi cautro pulgadas. También se dijo que uno de los hombres cargaba con un aerosol nocivo.

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De ahí, los agentes se trasladaron a un hotel cercano donde interrogaron “a dos hombre visitantes del Reino Unido” en relación con el incidente. “En este caso, los policías consideraron cuidadosamente la situación”, se dijo. “Ellos entregaron los objetos voluntariamente y no hubo un riesgo sostenido, así que la investigación fue cerrada y se emitieron advertencias”, dijo Sally Benatar, de la policía local, en un comunicado reproducido por Reuters.

El muchacho residente en Oregon es hijo de Thomas Markle Jr., el medio hermano de Meghan, a quien conocemos por una carta que le envió al príncipe Harry diciéndole que cancelara sus nupcias con la exactriz.

Dooley llegó a Londres a fines de la semana pasada acompañado de su hermana, su madre -que está divorciada del medio hermano de Meghan- y su novia. Se ha dicho que Dooley se dedica a vender marihuana. Hace algún tiempo declaró que preparaba una híbrido de la droga al que queriá llamar “Markle Sparkle”, en honor a su familia ¡Ah caramba!