De recolector de basura en tacones a gran empresario

Como muchos otros migrantes, Carlos Alvarado llegó de El Salvador a Estados Unidos buscando salir adelante; así, por muchos años, se dedicó a recolectar basura, pero a este trabajo le dio un sello muy especial al ponerse tacones altos como parte de su vestimenta laboral. Esta peculiar forma de desempeñar su empleo por una década, atrajo la atención del programa Primer Impacto, quien dio a conocer su historia.

A partir de entonces, Jusepi, como también se le conoce se volvió un éxito en redes sociales y ahora su vida a dado un vuelco tan grande, que ahora en empresario de comida.  

“Mi vida ha cambiado mucho después de haber trabajado durante diez años de recolector de basura. Aproximadamente, hace un año y medio perdí mi trabajo”, explicó Alvarado a Primer Impacto (Univision), “Gracias a Dios y a la entrevista de Primer Impacto, una abogada de migración vio la noticia, se contactó conmigo y me dijo ‘vamos a luchar hasta el último momento para poder arreglarte documentos en este país porque eres una persona que se lo merece; una persona que ha venido a trabajar a este país’. Ella me lo prometió y me lo cumplió”.

Ahora este hombre, quien se convirtió en una celebridad del internet que le permitió tener ingresos promocionando diferentes marcas, cuenta con permiso de trabajo y licencia conducir, y está a la espera de su residencia legal. Además, ahora es todo un empresario que cuenta con un Food Truck donde venderá pupusas y comida mexicana. Eso sí, atenderá en tacones como acostumbra.

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“Cocinando, lavándome las manos, puedo estar haciendo de todo un poco [en tacones]. Claro que sí. Todo es práctica”, confesó. “Me voy a tomar por lo menos media hora todos los días, para poder enseñarle a todas mis niñas a poder manejar bien los tacones. Amo los tacones, amo a todas las mujeres del mundo cuando me llaman y me dicen ‘Jusepi enséñame ha andar en tacones’; les digo ‘claro que sí’”.

Además, continuará dándole alimento a personas que viven en las calles, ya que él, ante el rechazo familiar, tuvo que vagar desde los once años y confiesa que “me refugié en el alcohol y las drogas” y ahora tiene “12 años de no beber y no drogarme”.  

“Hice una promesa de repartir comida y lo estoy haciendo desde hace casi diez años aquí en Houston, Texas. “[Tener mi negocio] ha sido más que un sueño, ha sido una bendición. Y lo voy a disfrutar, gozar y vivir”, confesó. “No tengo la forma para expresar ese momento de felicidad que sentí [cuando me dieron mis documentos]. Desde entonces, para acá, mi vida a cambiado bastante”.

Carlos Alvarado, Jusepi, quiere cumplir otro sueño, se trata de abrir una casa de rehabilitación para ayudar a personas que tienen de adicciones.